Una decisión de la Corte Suprema brasileña, que abrió el camino para el encarcelamiento del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Ha sumido a la izquierda del país en el caos.
A Luiz Inácio Lula da Silva, el ex presidente de Brasil, se le ordenó entregarse (antes del viernes por la noche en Brasil). Para cumplir la condena de 12 años de cárcel que se le impuso tras ser declarado culpable de corrupción. Después de 10 horas de debate.
Por otra parte, Lula había pedido a la corte suprema del país que permaneciera en libertad hasta que hubiera agotado todas sus apelaciones.
La decisión será un duro golpe para la supervivencia política del primer presidente de clase trabajadora de Brasil. Y potencialmente profundizará las divisiones en el país, que ha sido atormentado por episodios de violencia política.
Lula Da Silva dice que los cargos de corrupción en su contra están motivados políticamente y diseñados para evitar que vuelva a postularse para presidente en las elecciones de octubre.
A pesar de su condena y seis juicios por corrupción pendientes, él lidera las encuestas de opinión. Por otra parte, Su Partido de los Trabajadores (PT) describió el fallo como “un día trágico para la democracia y Brasil“.
El fantasma de la corrupción no sólo acecha a Lula Da Silva
El caso contra Lula es parte de la investigación de corrupción . Como resultado, ha llevado al encarcelamiento de decenas de altos ejecutivos y políticos.
La sucesora de Lula, Dilma Rousseff. Fue acusada y destituida de su cargo en medio de un escándalo y una crisis económica.
El actual presidente, Michel Temer, evitó enfrentar un juicio ante la Corte Suprema el año pasado.
Cuando los aliados en el Congreso lo acusaron de corrupción, obstrucción de la justicia y vínculos con el crimen organizado.
Lula supervisó un período de crecimiento económico sostenido y sus políticas sociales ayudaron a sacar a millones de personas de la pobreza.
Por otra parte, los partidarios de Lula, formados por grupos de movimientos sociales de izquierda y miembros de sindicatos. Se reunieron en la capital el miércoles. Una noche después de que miles de manifestantes anti-Lula salieron a las calles de 100 ciudades brasileñas.
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